



Chicote tiene señas de distinción ya desde la calle: su nombre diseñado en una tipografía “sans sérif”, redonda y algo chata, en neón rojo, sobre dos grandes ventanales flanqueando la puerta giratoria de entrada. El primer detalle de buen diseño interior se advierte al atravesar la puerta giratoria: unos preciosos pasamanos de metal cromado y de puro estilo déco ayudan a salvar los dos escalones de desnivel. A ambos lados de la entrada se encuentran zonas para clientes, con mesas bajas de madera y metal, rodeadas de sillones de tubo de acero, tapizados en verde, que recuerdan a las sillas que Marcel Breuer diseñó desde la Bauhaus para la casa austríaca Thonet. Las paredes de estas zonas están paneladas en madera clara a media altura, y por encima de la “boiserie” cuelgan fotografías que atestiguan el pasado de glamour del local.


En mi opinión estos reservados son la pieza de diseño más distinguida de todo el bar, sobre todo por diversos detalles originales. Por encima de los sillones curvos y del panelado de madera oscura, se levantan unas baldas muy sencillas, hechas de tubo de metal cromado y de estilo racionalista, cuyo cometido era servir de sombrereras. En la pared, se encuentran pequeñas hornacinas forradas de espejo (al igual que las dos columnas del bar), cuyo cometido originales difícil de adivinar, pero que hoy se utilizan para poner las bebidas. Finalmente destaca un detalle de diseño precioso y juguetón, casi infantil, que resta seriedad a esta coctelería y le da, al mismo tiempo, un aire especial: entre cada reservado se eleva, del suelo al techo, un aplique de metal cromado curvo con un diseño de estrellas recortadas de varios tamaños que están iluminadas por dentro.

Quizá la iluminación, casi toda indirecta, situada tras molduras de los volúmenes de techo y paredes (con la excepción de las lámparas de tulipa redonda que cuelgan del techo frente a la barra), sea otro de los grandes éxitos del diseño del bar Chicote. Al fondo, entre las puertas de los lavabos, un reloj redondo de diseño moderno –que podría ser de los años 30 pero también ser un añadido posterior- lleva años sin funcionar. Quizá sea este reloj que no da la hora el santo y seña de un local atemporal y que es un vestigio de los movimientos de vanguardia en diseño y arquitectura del primer tercio del siglo XX, uno de los pocos que tenemos en Madrid y que por algún motivo, quizá de confluencia de astros de diversos tipos, hemos sabido conservar hasta hoy.

Mantener el interés e innovarse dentro del corsé que supone el espacio y la decoración protegida es una de las máximas del local desde 2001. En esta fecha asumió la responsabilidad de la dirección un nuevo equipo comandado por Pedro Serrano y Alexis Rojas responsables del renacimiento de Chicote en pleno siglo XXI, después de quedar estancado en el último tramo del siglo XX desde que en 1977 falleciera el mítico Pedro Chicote. La nueva dirección intenta cambiar el espíritu. Contratan a un pinchadiscos, hacen un restiling de la mano de Tomas Alía con introducción de luces de ambiente cambiantes y contratan a una firma de relaciones públicas que enfoca el local a un público más fashion.
Genial la modernización.
ResponderEliminarQué puedo deciros, mil gracias. Ha quedado estupendo, las fotos son preciosas.
ResponderEliminarPor cierto, he hecho una entrada sobre vuestro blog: http://cheguevarandebussy.blogspot.com/2009/06/escaparates-y-fachadas-museo-chicote.html
ResponderEliminarArazos
Stultifer, realmente la mayor aportación son los cambios de color en la iluminacion, casi todo lo demas es limpieza de elementos, pintura y rehabilitacion de lo que ya estaba en la casa.
ResponderEliminarBreck, nuevamente gracias a ti, esperamos poder volver a repetir pronto la experiencia!